HECHIZO DORADO
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: «¡Levántate y anda!».
G.A. BECQUER
lunes, 30 de agosto de 2010
sábado, 28 de agosto de 2010
martes, 24 de agosto de 2010
AL ALBA
lunes, 23 de agosto de 2010
SI LAS PIEDRAS HABLASEN (1)
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